No hay especies animales que sean en sí mismas buenas ni malas.
Cada especie animal se limita a ocupar el lugar que la naturaleza le ha preparado previamente.
Así como el veneno de la serpiente causa daño, también puede curar.
No es mejor el ciervo que el lobo porque este le dé muerte, ya que el lobo ayuda a la supervivencia de la especie de los ciervos al dar muerte a los individuos enfermos y menos sanos.
Para que una especie pueda prosperar necesita un espacio vital donde se den las condiciones que le permitan su desarrollo.
De esta forma el hado dispone el destino.
Igualmente, cuando la enfermedad se desarrolla en un cuerpo es porque ha encontrado un hábitat adecuado para su desarrollo. Si el cuerpo está sano y fuerte más fácilmente podrá expulsar y vencer a la enfermedad pero si no, la enfermedad vendrá a ocupar el lugar que le corresponde.
La ley de la supervivencia obliga a los seres a mantenerse alerta y a no dormirse en el vicio que da lugar a la corrupción, la decadencia y la muerte.
Cuando una sociedad humana se relaja y olvida la virtud, es penetrada por el vicio y el hedonismo y la corrupción carcome y pudre toda su estructura. La consecuencia final de ello es la muerte de esta sociedad.
En este caso, la muerte de la decadente y putrefacta sociedad es únicamente la consecuencia de haber abandonado la Ley del Lobo, que es la ley natural que obliga a los seres a mantener en todo momento la integridad y la virtud frente a las fuerzas del caos amorfo que acechan a cada instante incitándonos al disfrute del lujo, al vicio y a las mil vanidades que son el germen de la corrupción.
Por lo tanto, entendemos que malo es lo que es degenerado y viciado,
así como bueno es lo que nos permite mantener la integridad de nosotros mismos.
Sin la Ley del Lobo, que arrasa y destruye lo que es malo y degenerado, los viciosos, los degenerados, los infrahumanos acabarían sobrepoblando eternamente el planeta y de esta forma el mundo se convertiría en un engendro informe que llevado por la dejadez y la molicie avanzaría hacia ninguna parte sin sentido alguno.
El mundo está en constante lucha.
No podemos buscar el descanso sobre los bienes de esta tierra de corrupción.
Así pues, desprecia el bien y los placeres del mundo y ¡¡HAZTE FUERTE!!
Es tiempo de lobos.
Este es el sentido del ángel de la muerte y del Apocalipsis pre-jehovítico de san Juan así como el verdadero sentido del lobo ocupando el lugar más alto de la lucha de la naturaleza por la supervivencia y por la vida y contra las fuerzas de la degradación y el caos informe.
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